miércoles, 23 de abril de 2008




La crueldad no me asusta y siempre viví deslumbrado por el puro alcohol, el libro bien escrito, la carne perfecta. Suelo confiar en mis fuerzas y en mi salud y en mi destino y en la buena suerte: sé que llegaré a ver la revolución, el salto temido y acariciado, golpeando a la puerta de nuestra desidia. Estoy seguro de llegar a vivir en el corazón de una palabra; compartir este calor, esta fatalidad que quieta no sirve y se corrompe. Puedo hablar y escuchar la luz y el color de la piel amada y enemiga y cercana. Tocar el sueño y la impureza, nacer con cada temblor gastado en la huida Tropiezos heridos de muerte; esperanza y dolor y cansancio y ganas. Estar hablando, sostener esta victoria, este puño; saludar, despedirme Sin jactancias puedo decir que la vida es lo mejor que conozco.

Una parte de "La Pura verdad" de Paco Urondo, y así de corrido queda bien.
No es tan obvio cómo que dice Puerta. Hablo de otras cosas. Y me quedé corta, porque de todos modos habla Paco.

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